Las características que —en general— permiten reconocer al modernismo decorativo propiamente dicho son:
La inspiración en la naturaleza y el uso profuso de elementos de origen natural pero con preferencia en los vegetales y las formas redondeadas de tipo orgánico entrelazándose con el motivo central.
El uso de la línea curva y la asimetría, tanto en las plantas y alzados de los edificios como en la decoración. Una derivación de este estilo en la década de 1920 es el denominado Art decó por lo que a veces se le suele confundir con el modernismo.
Hay también una tendencia a la estilización de los motivos, siendo menos frecuente la representación estrictamente realista de éstos.
Una fuerte tendencia al uso de imágenes femeninas, las cuales se muestran en actitudes delicadas y gráciles, con un aprovechamiento generoso de las ondas en los cabellos y los pliegues de las vestimentas.
Una actitud tendente a la sensualidad y a la complacencia de los sentidos, con un guiño hacia lo erótico en algunos casos.
La libertad en el uso de motivos de tipo exótico, sean éstos de pura fantasía o con inspiración en distintas culturas lejanas o antiguas.
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